Mano de Estados Unidos frena promoción de general en México

http://www.nytimes.com/2013/02/05/world/americas/mano-de-estados-unidos-frena-promocion-de-general-en-mexico.html

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Por GINGER THOMPSON, RANDAL C. ARCHIBOLD y ERIC SCHMITT

Mientras el ejército mexicano llevaba a cabo su desfile anual del Día de la Independencia en el mes de Septiembre, el público llenaba la plaza principal de la Ciudad de México, la capital, para celebrar a las fuerzas armadas. Miles de millas al norte, funcionarios estadounidenses también observaban de cerca.

Pero no eran los helicópteros que sobrevolaban la zona, las armas antiaéreas, ni los soldados en camuflaje lo que llamó su atención. Era el hombre elegido para liderar el desfile, el General Moisés García Ochoa, quien por tradición suele convertirse en el próximo Ministro de la Defensa del país.

La administración del Presidente Obama tiene muchas inquietudes sobre el general, que van desde la sospecha que tiene la Administración de Drogas y Narcóticos (DEA, por sus siglas en inglés) acerca de los vínculos con narcotraficantes a la preocupación del Pentágono de que ha hecho mal uso de los suministros militares y que se ha robado dinero de los contratos de defensa multimillonarios.

Días previos al 1ero de Diciembre cuando se celebraría la toma de protesta de Enrique Peña Nieto como presidente México, el Embajador de los Estados Unidos en México, Earl Anthony Wayne, se reunió con los principales colaboradores del ahora Presidente Peña Nieto para expresarle su preocupación ante la posible promoción del general.

Estas negociaciones extraoficiales muestran una ventana a la profunda participación poco conocida en asuntos de seguridad mexicanos – especialmente mientras Washington evalúa al Presidente Peña Nieto, cuya administración sexenal lleva dos meses. El papel americano en la elección del gabinete mexicano también resalta las tensiones y desconfianza entre ambos gobiernos a pesar de las proclamaciones públicas de cooperación y amistad.

“En cuanto a México, tienes que aceptar que vas a bailar con el diablo,” dijo un alto ex funcionario de la DEA, quien pidió mantenerse anónimo porque trabaja en el sector privado en el país. “No puedes darte por vencido e irte a casa porque no encuentras en quien confiar por completo. Tienes que jugar las cartas que te tocaron.”

Un ex funcionario mexicano de inteligencia expresó dudas similares sobre funcionarios estadounidenses. “La queja del lado mexicano es que la relación con Estados Unidos es desigual y desequilibrada,” dijo el ex funcionario quien, como otros que fueron entrevistados para este artículo, habló anónimamente sobre temas secretos de aplicación de la ley e intercambios diplomáticos. “México es abierto con sus secretos. Estados Unidos no lo es. Así que hay mucho resentimiento. Y siempre hay un incentivo para tratar de dejarle la responsabilidad a los estadounidenses.

Las preocupaciones en Washington del General García Ochoa – quien varios funcionarios advirtieron que no tenían confirmación – ocurren mientras ambos gobiernos intentan nuevas formas de detener el flujo ilegal de drogas, armas y dinero por la frontera. Durante la administración del antecesor del presidente Peña Nieto, Felipe Calderón, la cooperación entre los dos gobiernos creció de maneras que antes eran impensables, con agentes estadounidenses y mexicanos coordinando operaciones que resultaron en la captura o muerte de varias docenas de importantes capos del narcotráfico. Pero mientras Washington presumía el número record de arrestos, la estrategia intensificada causo estragos en México, creando una ola de violencia que dejó a más de 60,000 muertos.

El devastador número de muertos ha llevado al presidente Peña Nieto, un ex gobernador de 46 años, a prometer que cambiará la dirección de la lucha contra del crimen organizado de su país, enfocándose más en reducir la violencia que en detener a líderes del narcotráfico. Pero hasta ahora, ha ofrecido pocos detalles sobre su plan de seguridad, centrándose en cambio, en programas sociales y económicos.

Mientras el presidente Peña Nieto se representa como el líder de una nueva generación de reformistas, también es el vástago del Partido Revolucionario Institucional, o PRI, que gobernó México durante más de 70 años con una combinación de corrupción y coacción, hasta que perdió el poder en el año 2000. Durante su tiempo en el poder, el partido era conocido más por mantener a Estados Unidos al margen mientras intentaba hacer tratos con narcotraficantes, que en combatirlos frontalmente.

La elección del presidente Peña Nieto significa que el PRI ha vuelto al poder, y como muchos miembros de su gabinete aún tienen un pie en el pasado, expertos en política extranjera que se especializan en México dicen que la dirección en la que va el nuevo gobierno no está clara.

“Podría ir en cualquier dirección,” dijo Eric. L. Olson del Centro Internacional de Investigadores Woodrow Wilson en Washington, hablando de la cooperación a futuro entre México y Estados Unidos. “Parte de mí, dice, ‘No asumamos que todo va a ir en picada.’ Hay cosas que están sucediendo que me dan esperanzas. Pero mientras más tiempo pasa sin claridad, me entran más dudas.”

Esas dudas también han llegado al Congreso americano. El senador Patrick J. Leahy, un demócrata de Vermont y miembro del Comité de Asignaciones del Senado, dijo que está reteniendo casi $230 millones de dólares de asistencia de seguridad para México mediante la Iniciativa Mérida en medio de preocupaciones sobre si la guerra contra el crimen organizado está haciendo más daño que beneficio.

“El congreso ha pedido una inversión significativa, pero no está claro cuáles son los planes del gobierno mexicano,” dijo el Sr. Leahy. “Es prematuro aprobar más de lo mismo.”

El general García Ochoa, de 61 años, quien tiene antecedentes tanto ejemplares como enigmáticos, encarna esta disyuntiva. En papel, es un oficial modelo. Tiene dos títulos avanzados de las academias militares más prestigiosas de México, y fundó El Centro de Inteligencia Antinarcóticos. Ha sido estudiante e instructor de programas de entrenamiento militar americano. Ha escrito tres libros, incluyendo uno sobre el papel del ejército en la guerra contra las drogas.

La gente que conoce al general dice que le han sorprendido sus evaluaciones francas de la guerra contra el crimen organizado. Habló abiertamente sobre la corrupción gubernamental, un tema que ha sido considerado tabú. Y en al menos dos ocasiones durante el último año y medio, dijeron los amigos del general, viajó en secreto a San Antonio para reunirse con oficiales de inteligencia estadounidenses – no se sentía seguro reuniéndose con agentes en México, dijeron – y dio nombres de oficiales militares y civiles de los que sospechaba que proveían protección a narcotraficantes.

“Estaba genuinamente preocupado de que la corrupción le daba al ejercito un mal nombre, y que si no se hacía nada al respecto, podría dañar las relaciones con Estados Unidos,” dijo una persona con conocimiento sobre las reuniones. “La manera en que él lo veía, este próximo gobierno tiene la oportunidad de realmente cambiar la manera en que México trabaja con Estados Unidos. No quería que esa oportunidad se perdiera.”

Para entonces, el General García Ochoa ya estaba en la lista para convertirse en Ministro de la Defensa. Y la gente que lo conoce dice que esperaba que el apoyo americano le daría una ventaja sobre los otros candidatos.

Lo que no sabía es que Estados Unidos estaba abogando calladamente en contra de el. Actuales y antiguos funcionarios estadounidenses dicen que juntaron un portafolio alarmante de alegatos en contra del general. En su papel como director de administración y adquisiciones militares, fue acusado de robar dinero y suministros de valiosos contratos de defensa. Reportes en la prensa mexicana durante el verano pasado acusaron al general de aprobar pagos por más de $355 millones de dólares para la compra de equipos sofisticados de vigilancia, sin reportar dichos pagos a las autoridades civiles o proveer una explicación de cómo sería utilizado ese equipo.

Entre bastidores, funcionarios estadounidenses apodaron al general “Sr. Diez Porciento,” por sus sospechas de como manejaba los contratos. Y dos funcionarios estadounidenses recordaron al general haciendo una solicitud formal de asistencia americana para la unidad de helicópteros del ejército, y después misteriosamente retirándose del acuerdo con Estados Unidos cuando este pidió mirar los libros – incluyendo los informes financieros, de vuelos y de gasolina.

“Estados Unidos está mandando mucho dinero,” dijo un alto funcionario americano, describiendo las preocupaciones sobre el general. “Necesitamos estar seguros que el dinero está siendo usado de la manera correcta o podríamos perder una gran oportunidad.”

La Administración de Drogas y Narcóticos (DEA, por sus siglas en inglés) sospechaba que el general tenía antiguos vínculos con narcotraficantes. Agentes se rehusaron a especificar la naturaleza de esos vínculos. Tampoco dijeron si la investigación del general continúa. El General García Ochoa no acepto solicitudes de entrevista.

“Había mucha información sobre él, y venía de varias fuentes,” dijo un alto y ahora jubilado policía federal, refiriéndose a lo que llamaba “serias preocupaciones” sobre el general. “Nunca encontramos nada incontrovertible, no fue suficiente para armar un caso.”

El New York Times obtuvo reportes de inteligencia clasificados de la Administración de Drogas y Narcóticos (DEA, por sus siglas en inglés) de los primeros años de la carrera del general, cuando fundó el centro de inteligencia anti-narcóticos. Los reportes, fechados diciembre 15, 1997, alegan que el entonces Coronel García Ochoa era uno de varios altos oficiales militares mexicanos involucrados en los intentos de negociación con las organizaciones de narcotráfico más poderosas del momento.

“Es poco probable,” decía un reporte, “que oficiales militares quisieran continuar beneficiándose de una relación con los narcotraficantes.”

Los reportes alegan que el coronel lideró una redada contra el Cartel de Juárez durante la cual deliberadamente permitió al capo Amado Carrillo Fuentes escaparse, diciendo que el coronel “no dio órdenes de lanzar la operación hasta que el carro en el que se reportaba que estaba ACF (Amado Carrillo Fuentes) se había ido de la zona.”

Funcionarios mexicanos no aceptaron solicitudes de entrevista para este artículo. Funcionarios estadounidenses no aceptaron hacer comentarios públicos sobre sus sospechas del general. Pero enfatizaron que las preocupaciones que pudieron haber tenido sobre un general en particular no son representativas de la relación entre los dos gobiernos.

Han habido grandes mejorías en términos de cooperación durante años recientes, incluyendo el vuelo de las primeras aeronaves no tripuladas o drones en espacio aéreo mexicano, la creación del primer centro de inteligencia conjunta en una base militar mexicana, oficiales mexicanos anti-drogas haciendo operaciones en el lado estadounidense de la frontera, y agentes federales estadounidenses conduciendo operaciones anti-lavado de dinero en México.

Estados Unidos ha compartido exitosamente información delicada con la Marina Mexicana, lo cual ha llevado al arresto de capos importantes. Y el número de intercambios entre el Pentágono y el ejército mexicano ha incrementado dramáticamente, de tres eventos en 2009 a casi 100 el año pasado, según un reporte en Small Wars Journal, una publicación militar independiente en línea.

“Una de las relaciones bilaterales más importantes para Estados Unidos es con México, y ningún lado la va a abandonar,” dijo otro alto ex funcionario de la Administración de Drogas y Narcóticos. “Si, hay preocupaciones importantes, pero cuando salen tratas de aislarlas, limitar su impacto, y seguir adelante.”

El esfuerzo americano para prevenir la promoción del General García Ochoa fue uno de estos ejercicios de contención, con los estadounidenses silenciosamente trabajando para aislar oficiales mexicanos con presunción de corrupción porque temían que las instituciones mexicanas no podrían o querrían hacerlo.

Después del desfile del día de independencia en septiembre, altos funcionarios estadounidenses se reunieron en la Ciudad de México durante dos días para evaluar sus sospechas sobre el general, y para discutir si compartirían o no estas dudas con sus contrapartes mexicanas.

Según un funcionario mexicano, los estadounidenses eventualmente compartieron sus preocupaciones sobre el general, menos de una semana antes de que el Presidente Peña Nieta anunciara su gabinete. El funcionario dijo que el embajador estadounidense se reunió con dos importantes asistentes del líder entrante, incluyendo Miguel Ángel Osorio Chong, quien se convertiría en el Secretario de Gobernación, y Jorge Ramírez Marín, un ex consejero de seguridad nacional.

El oficial dijo que el Sr. Wayne discutió las preocupaciones de Washington sobre el general, enfatizando que los alegatos no habían sido corroborados.

“El momento fue importante fue importante,” dijo el funcionario mexicano, “porque los presidentes mexicanos casi nunca reemplazan a la persona que nombran como Ministro de Defensa, así que quien haya sido escogido estaría involucrado con definir los términos de cooperación durante los siguientes seis años.”

Al final, al General García Ochoa no le dieron el puesto. En vez, se lo dieron al General Salvador Cienfuegos Zepeda, quien funcionarios mexicanos dijeron se había acercado al Presidente Peña Nieto cuando fue gobernador del Estado de México y el General Cienfuegos estuvo al mando de la base militar de la zona.

Con respecto al General García Ochoa, fue enviado a la base militar del estado de Coahuila, en la frontera con Estados Unidos, un semillero de fugas carcelarias relacionadas a los carteles, corrupción policiaca y asesinatos de carácter político.

Aún no está claro si Washington jugó un papel central en cómo se desarrollaron los eventos para el general. Mientras tanto, una columna en el periódico mexicano El Universal debatió si su nueva y peligrosa tarea fue una muestra de la confianza que el gobierno le tiene, o una degradación para forzarlo a considerar una jubilación temprana.

Sea cual sea el caso, el general salió apresuradamente de la sede militar en la Ciudad de México. Una persona que lo conoce dice que vació su oficina con la ayuda de varios asistentes sin las festividades de partida tradicionales.

Un día en el mes de diciembre cuando los ministros de defensa del hemisferio se reunieron en una cumbre en la Ciudad de México, el general fue visto vestido de civil, subiéndose a su auto personal y alejarse mientras conducía su vehículo.

<NYT_AUTHOR_ID> <p>Ginger Thompson reportó desde Nueva York, Randal C. Archibold desde la Ciudad de México, y Eric Schmitt desde Washington. Lisa Schwartz y Kitty Bennett contribuyeron investigación.

Este artículo fue traducido por Karla Zabludovsky y Yadira Solano.